30 dic 2009

ALAMO NEGRO

A veces, en medio de esas noches que avanzan más lentas que de costumbre, nos encontramos, cerveza en mano y pies en suelo, a nuestro querido amigo Mario. Y antes de poder saludarle como las leyes del protocolo exigen, nuestras manos deciden sin consentimiento arrojarse a su cara, que intenta entre sonrisas zafarse de veinte o treinta dedos ansiosos de escuchar un nuevo relato, de esos que se te olvidan al día siguiente y solo eres capaz de recordar en grupo, otra vez humo y cerveza. Su origen resulta tan enigmático como el nombre que se dibuja en los párpados para salir a guerrear; los chopos comunes, por lo general, no suelen adentrarse mucho en el mundo nocturno, dada su condición vegetal, pero he aquí una excepción. Por otra parte, sin olvidar la belleza y el porte que le acompañan, nos encanta y ha sido motivo de acaloradas discusiones, el pequeño trozo roto del cristal izquierdo de sus gafas, en el que algunos llegamos a ver una lente de aumento en los albores de su conocimiento y estudio.

Para su mejor avistamiento en la oscuridad se rodea de un aura incontrolable que le dirige como oso a miel, por los peligrosos senderos de un acorazado ruso, pasando antes por ciudades construidas en silencio, sufriendo la dieta del pan y agua, sin olvidar como no, sus escaleras, e inventándonos como Gutemberg la imprenta. Su hábitat agrupa otros tantos despachos de bebida, nuestro problema principal es que siempre es él quien nos encuentra, algo que a la larga supone una incomodidad más para su estudio e interpretación, puesto que nos obliga a mantener la vista en búsqueda continua de ese pequeño oso ladrón de miel.

Por lo tanto, qué alegría (insana) la de encontrarnos con él! Qué historias truculentas que no llevan a ninguna parte o que no terminan nunca! Lo común en el chopo es esto, lo demás es lo de todos: come, duerme, caga, bebe..., o eso creemos. Junto a él, la aparición de otros seres clasificables en esta enciclopedia, se hace más tangible; siempre aporta nuevos conocimientos sobre ellos, nuevas experiencias, Mario nombra a los innombrables.
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