16 nov 2010

KATA TON DAIMONA EAYTOY

Caminando estúpido él
hombre o desecho
silbaba La Marsellesa
como quien silba una canción.

Pues todo empezó a ser
como en un Goya subastado ayer
y se dijo:
Vino a mí la sensación —no olvidada jamás— de que todo era extrañeza y nada o muy poco sensatez del mundo. No me explico bien, claro, pues está comprobado científicamente que lo que peor se explica mejor se entiende. Ahora bien, no hay que decir algo que parezca obvio, pues nadie lo entenderá. Aprehender no es ni mucho menos lo que dice el diccionario.

Luego pensó en otras cosas
de algo sirven los paseos,
pensó:
En los estúpidos teléfonos y en la verticalidad, por ejemplo. También en los números que nos cuentan y en las explosiones que nos despiertan. Luego en los inmensos colores y en un coro desafinado en una vereda.

y a sus espaldas, en un bar donde paró,
oyó cómo alguien le llamaba innombrable.
No hizo mucho caso
porque en otra mesa dos,
y uno a otro:
Oigo cantos de sirena cuando intento dormir. Como lo oyes. Todas las noches, aunque la ventana esté cerrada (en verano es aún peor) viene desde la calle melodías agudas que se meten en mi cabeza. No sé lo que quieren decirme. Así que ayer bajé y estuve persiguiendo la música toda la noche. Recorrí calles hasta que salí de la ciudad y llegué a un claro en medio de la nada. Ahí estaba. Un grupo de sirenas tumbadas en una roca haciendo topless para tomar la luna. Cuando me vieron dejaron de cantar. Me miraron fijamente y se desaparecieron nadando.

Después entró en un parque y descubrió el otoño:







Y entonces todo cobró sentido. Pensó:
(ver título)
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27 oct 2010

La callada por respuesta o donde pago cago

A continuación, les ofrecemos fragmentos tomados al natural que se van olvidando, recuperados a marchas forzadas de alguna memoria. Partes de un monólogo creativo de los que crean escuela. Se trata de una de esas clases magistrales que se ofrecen en momentos que no esperas, quizás por ello más sorprenden. En principio piensas: no es momento ni lugar… Pasa el tiempo, lento, y le vas encontrando el sentido; aquel embotamiento de emociones, recuerdos y proyecciones, tristes y muy reales, pueden ahora evidenciar la necesidad de encontrar a otro de nuestros queridos innombrables, al que conocimos desde niños, ahora mayor (que no anciano) y con lengua de trapo.


«…Bajando un día de Trobajo (del Camino), porque la consulta del doctor Vera estaba en la Virgen (también del Camino), me quedé sentado en un banco sin ver nada. Acababan de darme unas gotas de la jeringuilla (algo que no habéis visto, yo sí, en mi casa, de joven), lo que más tarde supe por un amigo ruso que me estaba quemando los ojos (…) El caso es que poco a poco me quedé sin vista, me escocían muchísimo los ojos, y la luz del sol se volvió muy perra, me hacia daño. En esto, se acercó alguien de la tasquita que había al lado del puente, recuerdas?, y me dijo: —que quieres?, necesitas algo? Y sin más, allí me quedé bebiendo unos chatos hasta que me paso el efecto de la jeringuilla (…)

»Y bueno, a todo esto, pasados unos años, los médicos no me dieron más que la callada por respuesta. Pues fijaos como es la vida que tuve que volver al oculista. Al pedir vez a la chica que estaba allí, muy guapa por cierto, me preguntó: ¿a qué hora quiere con el doctor Vera?. Mi sorpresa fue tal, que bueno, no dije nada, pero se me vino el mundo abajo. Al entrar a la consulta le saludé y dejé que me hablara él, por que una cosa que he aprendido en la vida es que si alguien te puede decir algo de verdad esos son los médicos; poco, pero algo te pueden decir, que para eso han estudiado.

» (…) Había de aquélla (ahora los habrá también, pero yo ya no estoy en eso) muchos oftalmólogos muy buenos; recuerdo en Oviedo uno que me dijo mi hermano: lo pagamos entre todos; pero eso de tener que salir de aquí... no por nada eh! pero si aquí no me daban mas que la callada por respuesta, ¿qué me iban a decir aquellos que ni siquiera conocía?? Si hasta hubo uno, recomendado por Mejide, este señor que os dije… vivía en... Arriondas, eso!!, que me dio trece pastillas, TRECE, para tomar al día, y yo le dije: —pero a ver!! Esto cómo me va a dejar el estomago? Y él muy resuelto: —como tiene usté el estomago? Toma respuesta: —pues después de esto muy jodido. Así que no más las tome un par de días y después me dijo que no podía hacer eso, que siguiese tomando el tratamiento entero, y yo pensaba: —Por qué no puedo si ya lo estoy haciendo??. No sé si me sentó mal al estomago o no, porque esas cosas ya se sabe, puede uno pensarlas y no ser nada, pero yo ya lo pensaba y me dolía solo de imaginarlo.

» (…) Hasta una vez un amigo de Mejide que se iba para Andalucía a visitar un barco ruso que fondearía por allí unas semanas me dijo: —Vente conmigo, y les consultas a los rusos, que tienen médicos muy buenos, y así tienes otra opinión! Pero bueno...si no fui a Oviedo a por la callada por respuesta, no me iba a ir a Cádiz a consultar a un medicastro ruso, que no tengo nada en contra de ellos, pero en fin. Le dije mira, yo te apunto en un papel lo que me pasa y tú les dices que son tus síntomas, a ver qué ocurre. Y no más fue regresar el amigo de Mejide de su viaje, me contó que le habían dicho en una media hora lo que a mi veinticinco médicos en años: que eso era algo sin cura, un deterioro de algún cable pelao que estaba cortocircuiteando, ah! y que si quería más información que enviase a su amigo a la consulta, que aún se quedarían un par de meses allí: no se tragaron lo de los síntomas en el papel. ¡Toma ya con los rusos! (...)»

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15 sept 2010

Ġnejna Bay (liquidación de retales)



El otro día, Pino dirá que exagero, estuvimos a punto de morir. Fue en una cala de roca amarilla, rodeada de acantilados de tierra gris suelta, sin vegetación, una tierra oscura, removida y frágil, casi vertical. Se llama Ġnejna Bay y es la única, en esta isla que agria el carácter, donde uno puede estar casi a solas. El día era perfecto, nadábamos panza arriba, buceábamos entre peces de colores, nos reíamos de un viejo inglés desnudo y de su amigo que llevaba un bañador de mujer a rayas rojas y blancas verticales. Era bastante gracioso verlos ahí, uno en porretas y el otro con ese bañador que se ceñía a su gordo abdomen, tenían ademanes de Lores. Luego intentaban pescar con técnicas inverosímilmente estúpidas, que así les fue.

A la tormenta ya la estábamos viendo venir desde hacía rato. Se acercaba por el noroeste, con una belleza inmensa, rompiendo el azul del cielo mediterráneo y lo transformaba en un azul tremendo, oscuro, con la seguridad de ser hermosa y dejarnos ensimismados esperándola. El que estaba desnudo se vistió a toda prisa y lo mismo hizo su compañero, pero se fueron por caminos diferentes: uno subiendo por la pared de esa tierra aún seca que separaba esa cala de Għajn Tuffieħa Bay y el otro por el sur, por un camino de roca. Cuando los vimos coger sus mochilas ya habíamos sentido en nuestra piel dos gotas, y antes de irse uno nos dijo, con un acento que empezamos a pensar que no era inglés, que nos diéramos prisa en salir de la cala, pues si la tierra se mojaba sería imposible de escalar.



Nos vestimos como pudimos y empezamos nuestra andadura. Pretendíamos subir por el acceso que ya conocíamos, el que ya había tomado el primero de los Lores y que por tener una especie de sendero en zigzag resultaba más fácil de escalar. Pero para llegar al pie había que andar por un camino estrecho de rocas que estaban entre pared de tierra y mar. Malta apenas tiene playas de arena, todas menos dos son de roca, una roca ocre que en cuanto se moja se vuelve pista de patinaje. Sólo dos minutos de ventaja que nos llevaba el lord fueron necesarios para que las rocas se mojasen y se volviese imposible pisarlas, con el riesgo si lo hacíamos de partirnos algún hueso o caer al mar. Iba yo delante por ese estrecho camino de rocas amarillas y le dije a mi amigo que era imposible seguir. Vi por primera vez el nerviosismo de los dos, la gravedad de la situación.

Nos dijimos sin decirlo que el único camino posible era el barranco más empinado de todos, el que estábamos tocando con nuestras manos para no caer al mar. Me las miré y las tenía llenas de barro. Así que empezamos a escalarlo, Pino primero y yo siguiéndolo. A la mitad del camino nos dimos cuenta de que era harto complicado seguir adelante, de que el barro es un elemento que es la mezcla de dos, un elemento muy cabrón que nos iba a hacer la escalada imposible. Yo clavaba mis manos y mis pies en la tierra mojada de esa pared para no venirme abajo. Todo mi cuerpo estaba en tensión, y a cualquier paso mis pies se resbalaban. Me di cuenta de que sería más fácil si apoyaba las rodillas, cosa que creo no había hecho hasta ahora por no llegar a casa con los pantalones manchados; tuve que mirar una sola vez hacia abajo y verme intentar hacer pie inútilmente en el barro para que se me quitase ese pudor estúpido de la cabeza. Así que como un niño iba a gatas, pero en vertical. Ahora, con los pies, las manos y las rodillas resutaba más fácil trepar, pero no mucho más. Si he de decir en qué pensaba no sabría qué decir, pero me empezaba a arrepentir de no haber esperado a que escampase, sentados en la roca con cuidado de no resbalarnos. Si me caía, sabía que sería fatal —con todo ese mar y esas rocas esperándome ahí abajo—, pero la lucha era inconsciente casi. Soportaba todas las posibilidades. Estaba cansado, mojado y hundido en el barro, pero no cejaría.

El último tramo de barro fue el peor, el más resbaladizo, parecía que todo podía ser áun más vertical. Pino, encima de mí se resbalaba y perdía pie, cabía la posibilidad de que se me cayese encima. Con la mano derecha clavada en el barro y la otra agarrándole el pie, ya casi en mi cabeza, intentaba sostenerlo. Pasamos así un par de minutos interminables. Si nos movíamos, nos resbalábamos. Por un momento pensé que tendríamos que esperar en esa posición a que terminara la tormenta, agazapados en una cuesta eterna, con las manos y los pies agarrando a la tierra mojada. Pareciera que no tenía fin. Veía cómo Pino se resbalaba una y otra vez intentando avanzar. Es talmente como escalar una pared de barro, pensé. De repente lo vi: su pudor de niño, como antes el mío, procurar no mancharse, le impedía apoyar las rodillas en el barro. Hijoputa, no tienes las rodillas apoyadas, dije. Lo hizo sin decir mientras seguía resoplando y llegamos al final del primer repecho.

A partir de ahí podíamos seguir por el barro o continuar escalando por una zona de rocas y matorral que se abría a nuestra izquierda, que fue lo que elegimos, todo antes de volver a ese barro del infierno. Las zapatillas con tres centímetros de tabones, subimos monte bajo a través, escalando entre rocas, pequeñas simas y tierra dura hasta que encontramos la verdadera cima de nuestro personal K2.



Cuando coronamos nos sentíamos plenos, habíamos vencido a la colina y a una posible muerte y el mundo aparecía glorioso y escampado ante nosotros. De barro hasta el cuello buscamos un camino seguro para llegar a un acceso con escaleras a Għajn Tuffieħa Bay. Bajamos corriendo y la encontramos desierta. Nadie había, sólo dos tumbonas abandonadas que parecían estar esperándonos.

No tardamos ni cinco segundos en desnudarnos y meternos en el agua, dando al mar el gusto de tenernos pero no de la forma que él quería hacía apenas veinte minutos. El agua estaba calma. Flotábamos panza arriba, buceábamos entre peces de colores, disfrutamos del mar como nunca lo he hecho.



Después salimos a secarnos al sol del atardecer en las tumbonas, fumándonos un gran cigarro, justo premio, hábito restador de salud por la que habíamos salvado, pequeña dosis de veneno por no haberlo probado todo.

Malta, noviembre de 2007.

25 jul 2010

Batman Prednicarbato

A las nubes les caen reflejos
de casas desvencijadas de soledad,
de pensamientos vivos...
Leo tu esperanza como el olor
se escribe entre las cortezas de los bosques
Leo cada esquina de tu voz...
Barro cada noche la tierra
para llenar la boca del cielo
con campanas transparentes
Ríos oscuros y heladas curvas del sosiego...
A las nubes les caen reflejos
de recuerdos...

[Jorge Carbalho Blanco]

24 may 2010

Manifiesto de la sociedad pseudoparacientíficametasocial (P.P.C.M.S.) sobre la Enciclopedia de Seres Innombrables

A raíz de la polémica suscitada por la publicación meses ha de una reseña literaria en la que se trataba esta enciclopédica obra malamente y con ominosos términos, queremos y declaramos los aquí reunidos lo que sigue a continuación:




1 – no debemos confundir uso y abuso, literatura y ficción, freno y desenfreno, utopía y aceleración.

2 – si bien muchos de los seres que aquí aparecen, y lo seguirán haciendo, son lo que llamáis, con la diplomacia que os caracteriza, «cerodependientes» u «drogopositivos», no están sobrerrepresentados en nuestro grupo control. Lo que sucede es que sus historiales son más interesantes literariamente literando.

3 – las últimas tendencias enciclopédicas maltratan nuestras posturas y machacan nueso ánimo abandonándonos a la tediosa actitud que nos envuelve desde siempre, que para abreviar llamaremos abulia, dícese.

4 – en cuanto a lo que entendemos como innombrables seriales de televisión, no tienen cabida en esta labor enciclopédica, pero no descartaremos otros abusos.

5 – el fichaje de la comadreja etílica como nueva secretaria se debe a razones profesionales, sin tener nada o poco que ver el que sea simple y facilota.

6 – lo mismo pero al reveis.

7 – acercándonos al diez sentimos un hondo pesar por despedir tan rápidamente este manifiesto zapatero descalabrado.

8 – en lo que refiere a la autoría mayoritaria de manifiestos anarquistas por parte del gremio de la confección zapatera (léase punto 7), tenemos que señalar que, en contra de los rumores que los apuntan como abajo firmantes, han sido sus aprendices en horas muertas y lentas quienes los realizan. (Más info dirigirse al profesor Iriso Napalm: iriso@usal.es)

9 – como pseudoparacientificosmetasociales nos enorgullece realizar esta Enciclopedia por la que ofreceremos la vida y un bazo.

10 – Gracias por ser este el décimo punto del decálogo. Gracias a la vida que me ha dado tanto. Gracias a la madre superiora por no dejar salir a las novicias.

25 feb 2010

EL CHAFLÁN DE NICO II (DOCUMENTACIÓN GRÁFICA)

Pues debido al cúmulo de peticiones recibidas en la sede y a la aglomeración de turistas en el Chaflán de Nico (déjenlo, ya es inútil, las nuevas tecnologías lo han jodido todo), nuestro afán investigador nos ha llevado a localizar un documento gráfico de tres pares de cojones. Maromo Metalero, investigador y Diplomado en Advenimientos, nos hace llegar las siguientes instantáneas. La fecha de las imágenes es aquella en la que la gente sale a la calle aunque haga frío y la mayoría de las familias asan toda la despensa en el horno.

Chanpan de cava, una bebida espumosa y espirituosa para celebraciones varias.

 
datiles enrrama, alimento ancestral conocido ya por los bereberes y los tuareg.

huvos be pascua, dulce muy buscado por los niños en los jardines.

 
turro porcione surtido, el alimento de los campeones.

 
polboron almedra, muy parecido al de almenara pero sin tener nada que ver con éste.

 
mazapa bel soto. No se hizo la miel para la voca bel asno.

  
La calidad de la foto no es la que merecen las miticas rosguillas bañabas

 
Expertos de todas las universidades están intentando 
averiguar si la ciruela tenía o no tenía hueso. Parece claro que si hueso

Gracias de nuevo a Maromo Metalero, al que sabemos que esto le ha costado una multa, por acercarnos este material de incalculable valor. Seguimos aceptando nuevas aportaciones científicas que nos ayuden en nuestra investigación.
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18 feb 2010

EL CHAFLAN DE NICO O DEL SABER SIN NOMBRES

Hemos de reconocer —eso sí, pasados ya unos años— que uno de los inductores de la obra enciclopédica de la que ahora disfruta, señor Lector, no la manche, fue un hombre de los que quedan pocos. Realmente solo él.

En principio, la justificamos como inquietud propia de jóvenes con ganas de explicar una serie de mundos en los que cada día se veían envueltos. Pero hoy intuimos que uno de aquellos, el Chaflán de Nico, uno de los primeros espacios comunes, sembró en nosotros la necesidad de apuntar aquello a lo que volvíamos la vista. Y seguro uno de los primeros giros de cabeza por sorpresa fue allí, mientras nos despachaban pan, leche o gueso.

Nico era un hombre discreto, con una vocecita de esas que no hacen justicia a la cara, amplias cejas puntiagudas que se juntaban con el pelo en la frente y una piel maltratada por el sol y las huellas de eternas sonrisas. Sus ojos marrones, agradecidos con los buenos modos, descubrían en él un poso de sapiencia. Humilde, sin alardes, el único elemento que podía evidenciar su estatus y que a la vez le daba un aire desapercibido, era el batín de color blanco-azulado que nunca se quitaba, ni siquiera al volver a casa. Podría pasar por médico, y también como celador, o quizá como asistente de laboratorio. Por la calle se permitía el lujo de provocar incertidumbre a quien se cruzaba. Solo su nombre, escrito a rotulador en la solapa izquierda daba verdadera información sobre él.

Pero dentro del chaflán era otra cosa, ese era su libro, escrito con denuedo durante años y abierto para todo aquel que deseara un poco de conocimiento gratuito, algo en desuso hoy día. Las lecciones no las impartía él, era un catedrático con un método distinto a los que conocemos, nada de clases magistrales, ni pruebas ni exposiciones, todo se limitaba a ti. Además las clases no duraban más que un par de minutos, el tiempo justo para que la fila de gente que esperaba avanzase. Por ello había que tener los ojos muy abiertos, mientras despachaba, con lentitud organizada, podías contemplar los numerosos ensayos (acertijos para un novato) que daban forma a su obra: eran pequeños cartelitos de no más de cuatro o cinco palabras que contenían la esencia de su saber. Dimensiones: 3x5 centímetros = 15 centímetros cuadrados de despropósitos gramaticales; fonética parda.

También, desde fuera, podías buscar a través del cristal sus mensajes. Eso si no te lo impedían los reflejos del sol, pero aquí solo se paraban los que ya llevaban unos años, pues era más difícil identificar los significados de los productos expuestos, había que ser un viejo seguidor.

La metodología de Nico era sencilla, como hemos visto, pero el contenido de sus escritos, cercanos al diccionario, era harto complicado. Debíais ser tú y los tuyos (importante porque solo no habrías conseguido nada) los que desentrañaseis los significados. A veces pasabais semanas, por ejemplo, para entender como se diferenciaban los mecotones en anibal de los melocotos a secas, o saber de qué son las rosguillas be almenara, los pimintos bel piguillo o el gueso be bra o el azul.

Estos ítems no presentaban la mayor dificultad, y en principio creímos en algún tipo de dislexia o de afasia (no sé, la psicología es muy complicada) para explicar su comportamiento. Pero poco a poco entendimos que lo que Nico hacia no lo habíamos visto antes, era algo intencionado, a medida que estudiábamos con él veíamos ampliado el género a interpretar. Y cómo a veces se corregía vulgarmente para no destapar demasiado la liebre. Ese fue el momento en que nos dimos cuenta de la importancia de su obra, empezamos a descubrir la caja be trapa, las diferentes especies, los pestinos y un largo listado de objetos, seres y acontecimientos imprescindibles en la experiencia vital de cada quien, como los roseguone o las hogañas.
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4 feb 2010

SUEÑO

Sueño que tengo un amigo que me dice puede ser quien quiera, como un burro, una cabra o un mono; nada que ver con músicos de Bremen, nada que ver con zoológicos inimaginables (o imaginaciones zoológicas) o una realidad que no se comprenda, es algo más sencillo. Más sencillo que arduos trabajos molineros, horarios de circo, actores a los que el taparrabos provocaría sarpullidos. Seres inaceptables en enciclopedias, sólo en diccionarios, por razones evidentes de presencia y realidad: no tomar esto como un mero apéndice, hipócrita lector.

Burro. La literatura es vasta en este sentido; hombres y prohombres han mantenido pollino famoso: Platero (maldito Juan Ramón antipático que ya dijo todo sobre su mirada, su pelaje y otras atribuciones en las que ya no pararemos), el onagro Rucio, burro taxi en Alpujarras. Alforjas de subsistencia durante siglos en sus lomos, entrepiernas comandantes, toneladas de tierra removida para hacer barbecho del asfalto. Profesores de las Galápagos comprometidos con esta causa, grandes defensores del burro y la mujer en Zamora, hablan del animal, aunque no sabemos si refiriéndose al animal, aunque sí en todas sus otras acepciones (?)

Cabra. Con el masculino como insulto y sus cuernos, sus saltos, rica leche agria, gueso de pastor, pasean sus locuras por geografías en donde no nos está permitido el acceso, cómo nos gustaría, como a Nico. Sus barbas, más largas cuanto más longevo sea el ejemplar, pueden ser motivo de tropiezo si las llegan a pisar. Entonces se despeñan sin remedio: la naturaleza nos perdona demasiadas veces, piensa la cabra mientras se acerca lo inevitable, aquello que su tercer compañero anhela comprender remontándose a un inocente y (des)preocupado salto.

Mono. Primo cercano aprendiz de payaso.
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27 ene 2010

Plagio al primer camello declarado indeseable

Hay que ver la vida lo que es, toda ella en este lugar vendiendo gente a cosas. Como todos vosotros, debería haber hecho más caso a mi señora madre y no haberme comprado esta lustrosa dentadura nueva a costa de las enfermedades que vendo. Aquí terminaré, lamentando este canto todos los días cuánto quieres y adiós parece que la vida fue esto. No habrá ni siquiera un nieto en mis rodillas para contarle historias de aciagos días, ni siquiera sabré si tengo rodillas o las tendré.

Mi espalda calienta la mercancía, aquí no hay frontera y la aduana es la acera que se ve desde dentro del humo del bar extraño. Jefe y Secretario siempre ganan más por menos, ley básica en el negocio, siempre parecen más contentos con lo que les ha tocado, más altos, sonrientes a la clientela y yo a destajo, a la mierda con lo que nunca podré aguantar. Nunca sabré de la historia de Guk, parecida a la mía, o eso me dicen los universitarios que necesitan mercancía para pensar (Universia dixit). Solo hablaré entre dientes y veré pasar días iguales, a veces incluso puede que me den una sorpresa, me metan en el calabozo y salga con menos ganas de pagar la fianza, Jefe y Secretario no descuidan nada.

La autoridad no es mala del todo, y yo les agradezco el interés, como no podría ser de otra forma. Al fin y al cabo todo va a ser igual.

Y solo a veces un momento de lucidez, ahí va (y después una discusión, pues ya decían los antiguos iniciados que el conflicto es la base para toda buena historia):

Aparte de estas vicisitudes con la autoridad (la competente y la de que no), el aspecto referente a derechos laborales y relación con la patronal, muy mal, gracias. Sé de mi existencia fuera de mi puesto por lo que me cuentan; mis dos primeros clientes pueden bien ser la excusa para librarme de la primera bronca del día, ay, que sí que me roban! Que no, que te lo gastas en tragaperras y te fumas lo que tenías que haber vendido, que no vengas a mentir ven a trabajar. Y mi cabeza gacha acepta resignada amnesias y reprendas.
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(Ilustración D.Lorenzana)