27 oct 2010

La callada por respuesta o donde pago cago

A continuación, les ofrecemos fragmentos tomados al natural que se van olvidando, recuperados a marchas forzadas de alguna memoria. Partes de un monólogo creativo de los que crean escuela. Se trata de una de esas clases magistrales que se ofrecen en momentos que no esperas, quizás por ello más sorprenden. En principio piensas: no es momento ni lugar… Pasa el tiempo, lento, y le vas encontrando el sentido; aquel embotamiento de emociones, recuerdos y proyecciones, tristes y muy reales, pueden ahora evidenciar la necesidad de encontrar a otro de nuestros queridos innombrables, al que conocimos desde niños, ahora mayor (que no anciano) y con lengua de trapo.


«…Bajando un día de Trobajo (del Camino), porque la consulta del doctor Vera estaba en la Virgen (también del Camino), me quedé sentado en un banco sin ver nada. Acababan de darme unas gotas de la jeringuilla (algo que no habéis visto, yo sí, en mi casa, de joven), lo que más tarde supe por un amigo ruso que me estaba quemando los ojos (…) El caso es que poco a poco me quedé sin vista, me escocían muchísimo los ojos, y la luz del sol se volvió muy perra, me hacia daño. En esto, se acercó alguien de la tasquita que había al lado del puente, recuerdas?, y me dijo: —que quieres?, necesitas algo? Y sin más, allí me quedé bebiendo unos chatos hasta que me paso el efecto de la jeringuilla (…)

»Y bueno, a todo esto, pasados unos años, los médicos no me dieron más que la callada por respuesta. Pues fijaos como es la vida que tuve que volver al oculista. Al pedir vez a la chica que estaba allí, muy guapa por cierto, me preguntó: ¿a qué hora quiere con el doctor Vera?. Mi sorpresa fue tal, que bueno, no dije nada, pero se me vino el mundo abajo. Al entrar a la consulta le saludé y dejé que me hablara él, por que una cosa que he aprendido en la vida es que si alguien te puede decir algo de verdad esos son los médicos; poco, pero algo te pueden decir, que para eso han estudiado.

» (…) Había de aquélla (ahora los habrá también, pero yo ya no estoy en eso) muchos oftalmólogos muy buenos; recuerdo en Oviedo uno que me dijo mi hermano: lo pagamos entre todos; pero eso de tener que salir de aquí... no por nada eh! pero si aquí no me daban mas que la callada por respuesta, ¿qué me iban a decir aquellos que ni siquiera conocía?? Si hasta hubo uno, recomendado por Mejide, este señor que os dije… vivía en... Arriondas, eso!!, que me dio trece pastillas, TRECE, para tomar al día, y yo le dije: —pero a ver!! Esto cómo me va a dejar el estomago? Y él muy resuelto: —como tiene usté el estomago? Toma respuesta: —pues después de esto muy jodido. Así que no más las tome un par de días y después me dijo que no podía hacer eso, que siguiese tomando el tratamiento entero, y yo pensaba: —Por qué no puedo si ya lo estoy haciendo??. No sé si me sentó mal al estomago o no, porque esas cosas ya se sabe, puede uno pensarlas y no ser nada, pero yo ya lo pensaba y me dolía solo de imaginarlo.

» (…) Hasta una vez un amigo de Mejide que se iba para Andalucía a visitar un barco ruso que fondearía por allí unas semanas me dijo: —Vente conmigo, y les consultas a los rusos, que tienen médicos muy buenos, y así tienes otra opinión! Pero bueno...si no fui a Oviedo a por la callada por respuesta, no me iba a ir a Cádiz a consultar a un medicastro ruso, que no tengo nada en contra de ellos, pero en fin. Le dije mira, yo te apunto en un papel lo que me pasa y tú les dices que son tus síntomas, a ver qué ocurre. Y no más fue regresar el amigo de Mejide de su viaje, me contó que le habían dicho en una media hora lo que a mi veinticinco médicos en años: que eso era algo sin cura, un deterioro de algún cable pelao que estaba cortocircuiteando, ah! y que si quería más información que enviase a su amigo a la consulta, que aún se quedarían un par de meses allí: no se tragaron lo de los síntomas en el papel. ¡Toma ya con los rusos! (...)»

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